20 de septiembre de 2006

EDUCAR PARA LA TRADICION O EDUCAR PARA LA VIDA


Sin duda la orientación socrática del razonamiento abre el debate sobre la necesidad de elaborar una pedagogía que lleve al fortalecimiento democrático y junto con ello, capaz de abrir el camino hacia la libertad del alumno y a una comunicación horizontal con el otro de manera respetuosa y libre de prejuicios externos. El fortalecimiento democrático y la libertad del alumno es sostenible solo si somos capaces de entender que la construcción de la realidad social se edifica necesariamente desde el dialogo con el otro y que este debe ser libre de la autoridad verticalista de la tradición y su miedo –heredado de ella misma- a la capacidad de pensar y/o razonar nuevas posibilidades de convivir y construir la realidad a cada momento, desde el discurso y el argumento. Es en este punto donde confronta la educación clásica y la orientación socrática o bien, el ejercicio de razonamiento socrático y la verticalidad tradicionalista (aristófanes v/s Sócrates). Hablo de verticalidad tradicionalista con la idea de “la ordenación –inconsciente- que el sujeto hace de las demás personas , ordenación vertical en la que sitúa al sujeto en una escala de arribas y abajos (…)el sujeto inscrito en la verticalidad filtra y elimina todo lo humano presente en el otro, quedándose con el tipo de etiqueta que lo clasifica”[1] y la horizontalidad como la manera de reconocer al otro; definiéndose como la “utopía de la sociedad de hermanos…en la cual todos puedan manifestarse sin encontrar obstáculo en el otro si no apoyo para el propio crecimiento”[2]. Esta idea de horizontalidad necesita del planteamiento socrático que hace referencia a que todos tenemos algo con que aportar a la verdad y que para esto debemos ser capaces de auto examinarnos libre de la enajenación que generalmente produce la verticalidad de la tradición, donde se ve afectado el desarrollo de una auto reflexión y por tanto el crecimiento democrático y la capacidad de discusión mas allá de “alegatos y contra alegatos”…en vez de razonar conjuntamente sobre un problema [3],. Es la orientación socrática la cual nos conduce a esa discusión abriendo el camino al fortalecimiento de la participación ciudadana y como consecuencia de la democracia. Bajo estas ideas cabe preguntarse ¿es la educación actual consciente de esto?, la respuesta parece clara. Dentro del los O.F (objetivos fundamentales). se promueve transversalmente los principios ciudadanos con el fin ultimo de concretar un “ideal ciudadano”, es decir, un sujeto con la capacidad de emprender, trabajador, padre o madre de familia, como además capaz de examinarse y conocerse a si mismo para poder conocer a los otros, pero esto ¿no se refiere a los valores entregados por la autoridad de la tradición? o mas aun ¿Cómo herramienta del poder para seguir sustentando sus intereses? .Ciertamente que esto es un tema largo de plantear y lo que me mueve es desatar el nudo de la educación clásica ante la respuesta socrática como herramienta para fortalecer la convivencia y democracia y en esto, nuestras pedagogías , sobre todo las referidas a lo artístico cumple el papel principal al relacionarse a la capacidad de generar en el educando su propio discurso y como este construye su argumento con el cual dará a conocer su realidad y su interpretación del mundo. El nacimiento de este argumento frente a un supuesto “otro argumento” y su discurso, construye la realidad de una “comunidad interpretativa” edificándola performaticamente la identidad social como además la identidad personal que la educación busca construir, identidad que esta sujeta y dada por los otros en la interlocución con el mundo exterior. Así entonces es necesario el ejercicio auto reflexivo para lograr el entendimiento del mundo exterior como además se hace necesaria la apertura a los otros reconociendo que desde el dialogo reflexivo y razonal, tienen cosas que aportarnos. Es ese dialogo donde se sustenta el pilar de toda democracia y convivencia de una comunidad y sus tradiciones, entiendo acá por tradiciones como la comunicación entre pasado y presente y el como el primero debe adecuarse al contexto del segundo tomando en cuenta los valores determinados por el presente. Cabe preguntarse entonces, ¿Cómo se educan los valores como el patriotismo actualmente? ¿ a que atribuimos el valor de la patria? ¿Es clásica esta noción de patria que se enseña en la actualidad?. Me referiré al segundo cuestionamiento: atribuimos actualmente a la patria tanto objetos (banderas, escudos, etc.) como a una especie de lealtad entregada por la autoridad tradicionalista, lealtad que implica un “no” cuestionarse los hechos y que “son tal y como nos enseñan e inculcan”, esto en oposición a la orientación socrática que nos invita a cuestionarlos concibiéndolos finalmente -a mi parecer- , a la noción de patria de la pequeña comunidad en que nos desenvolvemos y que como punto de partida, “ patria es humanidad” y es la comunicación en su dialogo horizontal el cual nos permite reconocer y reconocernos en el otro y permitiendo el entendimiento de que la realidad es una construcción social y que todos aportamos a construirla desde nosotros mismos, siendo imprescindible esta horizontalidad socrática para edificar la búsqueda de la verdad que nos hace mas libres como individuos, es en el lenguaje donde encontraremos esta virtud, pues la verdad y la libertad son virtudes las cuales todos podemos acceder. Entonces cabe la pregunta si la educación actual ¿es utilizada como herramienta constructora de verdad? Y más importante aun ¿Cómo herramienta para alcanzar la libertad? ¿Es la libertad algo que debamos encontrar o algo que debemos construir?: la respuesta es construir. Entendiendo que la verdad y la realidad son construcciones sociales y performativas, nuestra libertad debemos construirla en el auto conocimiento, es decir, somos libres cuando somos capaces de expresarnos desde nosotros mismos y para esto el dialogo que construye la verdad es indispensable que se aleje lo mas posible de la verticalidad piramidal de la estructura social, pues esta nos presenta al otro no como un aporte a nuestra propia construcción, si no, como un obstáculo que nos cuestiona desde la posición jerárquica en que nos encontramos dentro de la escala social. La educación entonces debe ser lo que nos prepare al dialogo horizontal de manera de percibir al otro como verdadero aporte a la construcción de la realidad desde el ejercicio ciudadano de la reflexión y razonamiento, inspirado en la búsqueda del bien común y dejando de lado la autoridad de la creencia para alcanzar auténticamente el “fortalecimiento democrático” que tanta falta nos hace como comunidad y en esto, tanto pedagogos como todo el campo educativo en general poseen la difícil tarea de aportar a este fortalecimiento de la democracia a promoviendo la horizontalidad en las relación de comunicación, posicionamiento y dialogo , lo cual nos obliga a replantearnos en la practica nuestras pedagogías, así por ejemplo, el ordenamiento de la sala de clases , en la distribución de los espacios, entre otros, entonces ¿manifiesta una perspectiva verticalista de las relaciones , en cuanto a la autoridad del docente?; la respuesta parece obvia, pero a lo que me quiero referir acá es al replanteamiento general que debemos hacernos como educadores (en un futuro) desde hechos tan mínimos pero a la vez fuertemente simbólicos, como es el ordenamiento del aula entre otros.
[1] De la verticalidad a la horizontalidad, reflexiones para una educación emancipadora; Marcos Santos Gómez, universidad de Granada Pág. 6 (http://www.uca.edu.sv)
[2] Op cit pag 10
[3] “El cultivo de la humanidad” Martha Nussbaum.