17 de octubre de 2014

Búsqueda.


Hay consignas del cielo que alumbran banquetes miserables de desprecios vacíos y oscuros como ciertos rincones olvidados por el mundo, soledades extremas que confabulan actos  infantiles como asustados infantes del abandono mundial y del que se presenta con cruces de sangre.
Buscando postes urbanos en la mitad de la nada solo encontré tu nombre palpando en mi trágico camino alumbrado por la oscuridad más vacía de lo irreal de tus manos ausentes, silenciadas por actos sin respuestas en tu mundo claro y preciso como tautologías ajenas al mío.
Me asustan estos pájaros que danzan junto a la posibilidad infinita del vacío absoluto que  descubro cuando el mundo calla un instante  y despeja la fantasía caprichosa del engaño soñoliento y abrumado por gritos que jamás existieron, aquellos que retumban en las ansias de la no existencia maldita y maldecida millones de litros antes que tus ojos.
Tengo cansado mi cuerpo de tanto correr sin lugar de destino, me tiritan las piernas y el alma cuando me estiro en lugares que no reconozco, solitario y confuso por la presencia poética de la existencia aun no comprendida en un mundo que aún no encanta a esta alma que deambula entre personajes y máscaras cansadas de no pertenecer a ningún sitio más que a ciertos labios.
Buscando estoy la sombra que abrigué mis deseos de evaporarme, abrazando noches  para extraerles la condición maldita del sin rumbo, aquel abrazo que despeje la tormenta rabiosa del extraviado.

Hay un reloj colgando de mi tiempo