
Consignas caídas desde árboles de tiempo disfrazan al olvido entre bastones lejanos, caminos oscuros fusilando fantasmas de distancia en espejos silenciosos,
calles derribadas por el sin sentido y algunas penas añejas,
rincones que buscan algo que es misterio podrido,
copas calladas en la neblina mágica de tus ojos danzantes,
rincones de la memoria escondida abrazada a mi lógica siniestra del sin sentido.
Hay noches colgadas de mis luces borrachas,
Goya fusilado,
colgado desde algún farol encendido.
Hemos muerto donde debíamos estar vivos,
durmiendo donde jamás debimos dormirnos,
pájaros,
jotes negros de mi cadáver alucinado,
puertas de escombros,
ventanas que cerrábamos hace ya bastantes años.
Hemos muerto donde debemos estar vivos,
la noche se prende en mis ojos que disparan para encontrar mas noche,
noches oscuras de esas que solo buscan donde anidar sus almas malditas.
Destierro de mi vida,
mis camas asustadas dibujan potreros que esconden algo,
eso que ando buscando en actitud clandestina.
Entonces morimos donde debíamos estar vivos.