No hay silencio capaz de imaginar lo que no te digo,
ni descuartizar astros que mantengo atados a mis zapatos sujetos a historias con recuerdos cansados,
agotamiento de caminos recorridos entre copas abrazadas a mi alma sujeta en cielos oscurecidos por sombras ausentes y abrazos distantes en paisajes del sur del mundo abstracto y mitológico.
Tormentas de luceros amenazando iluminar mis constelaciones escondidas dentro de mi vacía y obsoleta existencia como ese lugar entre tus brazos invisibles hace litros de alcoholes rancios tanto como refugios en potreros desolados.
Hay revuelos de asteroides danzando con moscas sobre habitaciones malditas en ciudades malditas y camufladas en pasados que nunca vacilaron en olvidarse ni mutar como mis ojos ciegos con tanta sustracción de existencia.
Tengo miedo,
abrázame en ese silencio.