Palabras,
paisajes secretos con olores y sangre,
reales pensamientos jugueteando con silencio y de esas nostalgia que abren árboles y miles de árboles acechados por el brazo inquisidor de progreso y sin sentido.
Vagabundos acribillados quedan al descubierto cuando prenden los faroles de despertares lumínicos,
obligándonos a terminar nuestro bosque inventado por años de ceguera maldita y sueños con atardeceres con ese extraño color a tarde parida,
esperando el beso de la postal con sombras y contrastes mentirosos.
Hemos despertado,
subidos y bajados de la celestialidad incomprendida,
ha muerto la esperanza y nosotros no sabíamos,
han matado nuestro bosque y tampoco sabíamos.
Goya se hace presente al encuentro de la desesperación e inmortalidad del mundo presente,
Goya, como faro parpadeando en medio de la nada con olor a viejos recuerdos,
desiertos y mas desierto inundan nuestros ojos de arena y soles que alumbran mi cena bastarda,
de noche y olvidos,
de estrellas que no recuerdo,
actos fallidos de la sin razón confundida y distante en mi bosque nocturno,
con sombras y gusanos vigilándome como putas borrachas de la calle San Camilo