Ojos asustados veo,
siluetas camufladas entre postes de callejones familiares alumbrando miseria y descontento,
cielos fatigados con lujurias,
gargantas tuberculosicas con hambre de distancia y agitaciones tectónicas en ciudades parecidas a desiertos escalofriantes.
Ojos cansados veo,
siluetas de mendigos alumbrando orillas desconocidas por la luz de mi faro soñoliento, alucinaciones perseguidas por prostitutas ausentes como fantasmas de mi conciencia daltónica.
Tengo manos escondidas debajo de mi lengua que hoy es signo de soledad palpable, misterios entre mis dedos que se camuflan con nieblas de silencios,
lluvias asesinas en mis pasos de nostalgia ya cansada con tanto esqueleto colgando de mis pupilas irritadas.
Esta noche deambulo por mis cuerpos ausentes y mi alma memorable,
dando caricias a mis momentos que se han trasformado en recuerdo mutando en penas gigantes,
oscuras calles,
manos de abrazos incomprensibles,
sexos de olvidados sentidos como amores irreconocibles llenos de historias malditas.
Traigo licores de in-memorias recordadas a la fuerza,
hoy soy un montón de lagrimas cocodrilientas como algunas manos que desconozco mías, tirado,
acostado sobre húmedos pavimentos de vagabundeo energizados con cólera y furias.
Traigo deseos de cariños a palomas que dejaron su nido con formas de brazos de abrigos, calores de cantos de la vida que encuentro hoy perdida como algunos asuntos con fusiles utópicos.
Hoy encuentro un manifiesto perdido hace siglo como las llaves de algunas razones que tiritan de angustia y frío,
gotas vacías de risas que no encuentro al final de mis licores ausentes esta noche oscura como mi alma,
suicidios frustrados,
ansias de finales cortantes o colgantes como poema maldito con cuervos y conciencias castigas con culpas asumidas con tiempo y sangre.
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