25 de junio de 2010

Sobre noches y recuerdos: Árboles nocturnos ausentes.



Mantengo serenatas inconclusas como astros de olvido entre mis sabanas,
brillantes distancias de anhelos que se acostumbraron al su lugar imposible de mi alma encerrada entre tantas lagrimas ocultas de mi rostro que es mascara de ritos y mitos llena de vida y vida incapaz de vivirse.

Consignas de soledad en noches como en las cuales derramo tristeza sudando arrepentimientos dejados de lado hace años cuando mi mundo comenzaba a dispararse por la historia y sus caminos de sangre,
mesas con panes de vapores que abrigan cuerpos como el mío,
silueta mendigando espacios eternos en mi coraza impenetrable por cuchillos y sogas amarradas al cuello.

Hay tiempos que no perdono como camas que no visito,
nostalgias de niño que busca cobijo donde antes existían cuervos con ansias de picotear mis ojos que mutan de carne a tierra abstracta,
de cuadros y pinceles que dibujan la historia histérica de mis relatos escondidos tras mis mascaras (aquellas parecidas a las del poema “El Loco” de Khalil Gibran).

Traigo hoy mi mensaje al mundo que me escucha dándome una espalda de rechazo y mañanas de fríos en calles que no recorro por mis miedos y vivencias inquisidoras de niñez inagotable,
experiencias de exteriores que no asumió mi cuerpo al momento de estirar mis dedos perdidos entre la lujuria y la razón sin razonamiento acumulado en estos años y siglos que ando vagabundeando experiencias a modo de ladrillos y estructuras que aguanten el peso de mis tristezas.

Ojos cansados con sueño y sueños que se acumulan como deseos,
castigos amnistiados por la humanidad inagotable de mis estrellas y mis mensajeras palomas de plazas y oscuros pasajes de miedo ausente.

Hay hoy una cadena que hace imposible mi presencia donde quisiera plasmar mi existencia vacía,
vacía y jugando un peligroso encuentro con la negación de si misma,
azules cielos,
cordilleras gigantes e imponentes que andan como locas por la tierra recordando su imposible ascenso,
ascensores de barrios porteños construidos con paciencias y dibujos sobre papeles que fabrican neblinas en mis ojos esta noche.

Mi noche no pertenece a sus noches,
es diferente como lo es mi pensamiento de esquizofrenia asustada realizando el ritual poético de las palabras que buscan imágenes soñadoras con cambios y transformaciones revolucionarias de almas que mendigan caricias,
aquellas que un día, hace siglos distantes,
abrieron sus aposentos a mi cuerpo que tiritaba de llanto y frió.

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