“Todo el mal procede de haber llegado
a la imagen con una idea de síntesis,
( ) La imagen es un acto y no una cosa
Como segunda generación de descendientes
de la Shoah en la medida que profundizo
mi conciencia al quebrar mi propio
silencio y al poder confrontarme con otros,
se me devela como es tomado nuestro
conocimiento, me doy cuenta de que modo
la segunda generación percibida por muchos:
sobrevivientes de una batalla perdida,
perdida no solo por lo irremediable de
nuestra historia objetiva, sino por la
modalidad de nuestras opciones estratégicas
de subsistencia y nuestras opciones de
producción en la esfera estética. Nuestra
voz es la voz, la de los que no estuvimos
allí en los campos y sin embargo guardamos
las heridas de los descendientes recurriendo
a estrategias artificiales
para desarrollar un lenguaje que tiene
lugar en el escenario de nuestro
desconocimiento de los muertos.
Ya para siempre arrojados a un entre-lugar
entre los muertos y los vivos, situamos
nuestro discurso y producción estética.
Lejos de la melancolía y sin arrogarnos
una investidura moral que solo podrían
merecer los sobrevivientes de los ghettos,
campos de exterminio o de trabajos forzados,
nuestra voz es legitima, con la legitimidad
que le otorga nada más que el compromiso que
nos sujeta al sin fin trabajo de memoria.
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