
Se diluyen en mis manos paisajes de sueños destruidos,
catacumbas de silencios,
árboles destruidos como algunos castillos melancólicos de un tiempo inmóvil, fantasmas fatigados de la cabeza que viaja como puta furiosa,
miro el mundo,
las realidades que confluyen en mis personalidades disociadas con miedo y fracasos.
Mi faro escondido,
mi ruta cansada y gastada de paseos sin sentido,
noches calurosas,
colillas empapadas de nostalgia,
sabanas fatigadas de vació.
Tirito en la esquina de mi pieza,
deambulo pasillos de mi conciencia que embotella miles,
millones de recuerdos,
almas confundidas,
palomas distantes del sin sentido,
abismos trasparentes como mi cuerpo esa noche.
Noche vacía ,
estrellas colgadas del pasado extravían sus hilos cosidos llenos de vidrio y escombros acumulados con tiempo y sangre,
tazas sucias en escritorios sucios,
cenizas confundiéndose con el humo de mi cuarto rutinario.
Un paisaje necesario