Noche tercera

Gritos ausentes con la rutina del tiempo,
sediciones bastardas inundan la cabeza confusa que me embriaga a la hora en que te presentarías antes mis ojos silenciosos,
mirando, expectantes a tu presencia de sueño e inexplicables cosas,
la rutina, el miedo a la vida y realidades oscuras,
ciudades espantosas del tiempo bastando y el sistema imaginario que lo hacemos eterno.

Me pregunto quizás sobre que luna bombardeó nuestros segundos,
una plaza escondida,
un árbol vigilándonos y escondidas almohadas de secreto y sombra.

En la noche se prendían ampolletas de recuerdos,
aparecían noches que agitaban mis manos y pies que se perdían en otras profundidades, del fracaso y sueños torturados,
el fracaso como rutina perfecta,
mi silueta escondida de mi noche asesina,
detrás de muchos suicidas actos y patéticos personajes que se ahogaban con mis lagrimas invisibles,
lagrimas de licores y copas vacías en medio de la noche,
lagrimas de silencio,
lagrimas también silenciadas con manos ausentes y mi pensamiento abstracto.

Hay caminos que me esconden el horizonte,
si supieras de mi lo que nadie sabe,
hay si pudiera triturar mi camino cansado con rutinas vagabundas,
errores confusos,
cabezas cargadas de arrepentimiento y sudor,
de ruidos de silencio,
de uñas enterradas hasta el fondo de la tierra y el alma de mi cuerpo de acero.

(No hay lugar tan acogedor como su noche.)